Aunque solemos pensar en el miedo como una
emoción negativa que es mejor no experimentar, lo cierto es que es un
importante mecanismo de supervivencia, que necesitamos para no meternos en
líos. Si no sintiéramos miedo nuestro comportamiento sería siempre temerario,
por lo que nuestras probabilidades de morir en un accidente se multiplicarían.
El miedo es también una emoción útil para evitar
agresiones de otras personas, pero por desgracia no siempre funciona como
debiera. Podemos sentir miedo cuando volvemos a casa por una calle a oscuras
perfectamente segura, y estar tan tranquilos cuando lo hacemos acompañados por
un ligue que acabamos de conocer que bien puede ser un psicópata.
De hecho, la gente más peligrosa es aquella que
sabe ocultar sus oscuras intenciones bajo una fachada de amabilidad o
compromiso. Individuos narcisistas, con dificultad para experimentar empatía, a
los que no les importa pasar por encima de otra gente para cumplir sus
objetivos.
Una
experiencia vital
Gavin de Becker es el principal experto
estadounidense en la predicción de conductas violentas. Hijo de una familia
desestructurada, en la que las palizas eran corrientes, con 10 años vio como su
madre, que era adicta a la heroína, disparó a su padre, mientras su hermana de
dos años de edad dormía en su dormitorio. A los 16 su madre se quitó la vida,
pero la suya cambió cuando fue adoptado por la cantante actriz Rosemary Clooney
–la tía de George Clooney–.
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Gracias a su experiencia para prevenir y evitar
la violencia, y a los contactos que tenía su madre adoptiva, de Becker empezó a
trabajar como guardaespaldas de los famosos de Hollywood, y acabó siendo el
gurú de la seguridad en Beverly Hills.
En 1999 de Becker publicó 'El valor del miedo'
(Urano), el superventas en el que explica qué miedos están justificados y
cuáles no, y cómo leer las piezas del rompecabezas que supone la violencia
humana.
En un capítulo del libro, de Becker explica
cuáles son los signos reveladores de que una persona está tratando de
controlarnos, engañarnos y, en definitiva, hacernos daño. Estar pendiente del
uso de estas técnicas de manipulación, asegura, es la mejor forma de
identificar a un depredador y evitar convertirse en una de sus víctimas.
1. Usar la
“agrupación forzosa”
Esta técnica, conocida en inglés como 'forced
teaming', consiste en integrar a las víctimas en un espacio común que no
existe, utilizando siempre la primera persona del plural, para fingir una falsa
integración.
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Usar “nosotros” para referirse a algo que sólo
interesa a uno mismo es una clara señal de narcisismo, pero es además una
fórmula que utilizan los criminales –muy típica, por ejemplo, en la violencia
machista– para hacer creer a la víctima que está de su lado. A muchas personas
les cuesta defenderse de la agrupación forzosa, porque es difícil hacerlo sin
parecer maleducado.
2.
Encasillar
Los artistas del engaño suelen encasillar a sus
víctimas para conseguir enseguida toda su atención. La técnica consiste en
lanzar un pequeño insulto o comentario mordaz, fácil de esquivar, para así lograr
entablar conversación con una persona desde una posición privilegiada, de
dominio.
Esto ocurre, por ejemplo, cuando un hombre entra
en un bar y le dice a una mujer que es demasiado esnob para hablar con él.
Puede que la víctima le mande a freír espárragos (y haría bien), pero es muy
probable que acabe charlando con quien no debe.
Tal como explica de Becker, la mejor defensa
contra los encasillamientos consiste en ignorarlos por completo, pues
prestarles atención es justo lo que quiere el posible agresor.
3. Ser
encantador
Como han demostrado diversas investigaciones,
muchos más hombres que mujeres poseen lo que en psicología se conoce como la
“triada oscura”, que consiste en tener remarcables rasgos de personalidad
basados en el narcisismo, la psicopatía y el maquiavelismo. Esto incluye una
actitud dominante y una concepción de uno mismo grandiosamente distorsionada.
Este tipo de personas suelen ser criminales –al
menos en potencia–, pero se caracterizan por ser tremendamente atractivos en un
primer momento (además de ser excelentes amantes). Esto, obviamente, no quiere
decir que todas las personas encantadoras sean criminales, pero sí que la
mayoría de criminales encandilan a sus víctimas para, después, aprovecharse de
ellas. Por ello debemos pensar si alguien es verdaderamente amable o su actitud
es solo una fachada para jugárnosla en el momento adecuado.
4. Dar
promesas no solicitadas
Dice el refrán latino 'excusatio non petita,
accusatio manifesta'. Sospecha siempre de un extraño que promete cosas a la
ligera para reforzar su discurso, porque es muy probable que no tenga ninguna
intención de cumplir con lo pactado. Las promesas, asegura de Becker, sólo
revelan la intención de nuestro interlocutor de convencernos de algo.
5. Dar
muchos detalles
Cualquier estafador trata de distraer a sus
víctimas para que no se sientan en peligro, y para ello mienten sobre su vida,
su situación y, claro está, sus verdaderas intenciones. Existen varias técnicas
para pillar a un mentiroso, pero quizás uno de los signos más claros de que
alguien está inventando algo o trata de ocultar información es la profusión
exagerada de detalles que ofrece.
Cuando alguien está diciendo la verdad no tienen
dudas, así que no se siente en la obligación de aportar muchos detalles a su
relato
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Conscientes de que las historias demasiado
esquemáticas pueden parecer sospechosas –aunque, en realidad, son las más
habituales–, los mentirosos tienden a adornar su discurso con toda clase de
detalles que nadie les ha pedido en un intento desesperado por conseguir
credibilidad. “Cuando la gente está diciendo la verdad no tienen dudas, así que
no se sienten en la obligación de apuntalar su relato con detalles extra”,
explica de Becker. “Cuando la gente miente, sin embargo, aunque lo que digan
suene creíble para ti no suena creíble para ellos, así que siguen hablando”.
Además, al ofrecer muchos detalles falsos los
agresores crean en sus víctimas la sensación de que saben muchas cosas de ellos
cuando, probablemente, les acaban de conocer.
6. Utilizar
la usura emocional
Los estafadores usan una peculiar forma de usura
para tratar de que te sientas en deuda con ellos. El proceso es el siguiente:
tienen algún pequeño detalle contigo para, después, intentar que les hagas un
gran favor. Vamos, que les das la mano y te cogen el brazo.
De nuevo, apunta de Becker, esto no significa
que toda la gente que te haga un favor planee recibir algo mayor a cambio, pero
es mejor estar atentos a nuestra intuición y tratar de percibir otras señales
que indiquen que esa persona quizás no es tan generosa como aparenta ser.
7. Ignorar
la palabra “no”
De Becker asegura que no debemos fiarnos de
nadie que ignore por sistema las negativas: “Negarse a escuchar la palabra 'no'
es una señal de que la persona está buscando controlarnos o se niega a ceder el
control que ya tiene. Si dejas que alguien te impida decir que 'no', llevas
encima un cartel que dice 'tú estás al mando”.