Desde
que entramos en la pubertad, probablemente por las presiones sociales de la
vida de instituto, empezamos a obsesionarnos con la idea de tener éxito y ser
populares.
Descubrir
cómo ser una persona atractiva o cómo gustarles a los demás es una de las
grandes metas de nuestra vida. Llegados a este punto querrás saber cómo
conseguirlo. Por eso la ciencia lleva tiempo tratando de darnos una
explicación.
Tener
un estilo propio, estar en forma, ser extrovertidos… No sólo basta con esto.
Como explica Larry Getlen en New York Post, numerosos estudios científicos han
investigado por qué amamos o de donde provienen las sensaciones de lujuria. Se
remite al libro Real Science of Sex Appeal (Sourcebooks) para enumerar cuatro
de los factores que según la ciencia nos hacen deseables y atractivos.
1. Los olores
que nos excitan y desinhiben
La
ciencia ha descubierto que determinados olores pueden resultarnos o no
atractivos porque aumentan el flujo de sangre en nuestros genitales. ¿De qué
hedores hablan? ¿Permufes de alta gama? ¿Se trata de feromonas? Nada que ver.
En
el caso de los hombres, parece que el olor a pastel de calabaza incrementa ese
flujo de sangre en un 40% seguido del olor a palomitas de maíz en un 9% y el de
pizza de queso en un 5%. Por su parte, a las mujeres el olor a regaliz de
caramelo combinado con aroma de pepino, “es el que genera un mayor incremento
del flujo de sangre a la vagina”, explican los expertos en el mencionado libro.
Fue
el científico experto en neurología Alan R. Hirsch quien realizó un estudio
para analizar cómo diferentes olores estimulan la excitación sexual y descubrió
los que provienen de experiencias placenteras como los dulces o la comida
rápida –adictiva y deliciosa para muchos– eran algunos de los que mayores
reacciones provocaban en los pacientes: “El olor a regaliz negro aumenta el
flujo de sangre en el pene en un 13%, pero este porcentaje se eleva al 32%
cuando se combina con el olor de donuts”.
“Esto
no quiere decir que asociemos estos olores con el sexo”, puntualiza Getlen. En
realidad la teoría de Hirsch trata de explicar que los olores funcionan un poco
como el alcohol: “Tal vez los olores actúan reduciendo la ansiedad y eliminando
las inhibiciones”.
2. Cuida tu
ritmo cardíaco: puede provocar flechazos
“No
es ninguna sorpresa que al tener un flechazo puede aumentar nuestro ritmo
cardíaco”, explica Getlen, pero según una investigación llevada a cabo por un
gimnasio local, en realidad la relación funciona a la inversa. Es el ritmo de
nuestro corazón lo que hace que nos atraiga una persona.
Según
dicho estudio, cuando aumenta nuestra frecuencia cardíaca –por ejemplo haciendo
deporte– podemos percibir sentimientos de atracción hacia una persona que se encuentre
cerca: “Si con la frecuencia cardíaca alta nos ponen delante a un apuesto
extraño, puede encenderse artificialmente un sentimiento de cariño”, explican
los autores.
Esto
se debe a una sustancia química que hay en el cerebro llamada noradrenalina,
que se libera cuando sentimos interés sentimental por alguien de forma similar
a como hace la adrenalina estimulando nuestros procesos de toma de decisiones
“que podría incitarnos a querer conversar con una persona que tengamos cerca”,
comentan en el libro.
3. Encuéntrate
a ti mismo
Por
mucho que se diga que los opuestos se atraen, probablemente ya hayas
descubierto que esto no funciona así. “Los científicos dicen que somos mucho
más propensos a tener un apareamiento selectivo con las personas que son
similares a nosotros”, explican en el libro.
Es
más, según demostró un estudio, no sólo nos atraen las formas de ser similares
a las nuestras, el aspecto externo influye tanto que tendemos a elegir a las
personas que tienen el mismo peso que nosotros.
Los
investigadores se sorprendieron al descubrir que se escogían a ellos y ni
siquiera se reconocían en las imágenes
“La
profundidad de nuestro deseo por encontrar una pareja similar a nosotros
alcanza extremos sorprendentes”, destaca Getlen. Según un estudio en el que se
les expusieron a diferentes personas una serie de fotografías retocadas
digitalmente –entre las que se encontraban las de su propia cara invertida–
para que escogiesen qué rostros del sexo opuesto les atraían más, los
investigadores se sorprendieron al descubrir que se escogían a ellos y ni
siquiera se reconocían en las imágenes.
4. Y si todo lo
demás falla, ponte canciones tristes
Getlen
termina su enumeración con este punto irónico en el que plantea que “cuando nos
entra la angustia, muchos de nosotros elegimos revolcarnos en canciones tristes
que nos recuerden nuestros amores perdidos”.
Si,
autoflagelación y melancolía gratuita, pero la ciencia avala que es el camino
correcto a seguir. Una investigación en la que se expuso a diferentes personas
a la visualización de imágenes de relaciones sentimentales pasadas a través de
una resonancia magnética, encontró que “el cerebro procesa la ocurrencia del
mismo modo como haría al retirar la cocaína a un adicto”.
Así,
escuchar música durante una ruptura puede ayudar a mitigar el dolor: “Las notas
melodiosas sirven como bálsamo auditivo porque estimulan el sistema límbico del
cerebro que regula las sensaciones placenteras”, plantean en el libro.
“Esa
red de neuronas libera dopamina del placer que provocó en respuesta a una
persona que escucha sus melodías favoritas", escriben. Así, la ciencia
demuestra que lo que puede parecer casi una autotortura, “escuchar canciones de
amor en repetición, puede saciar un poco las vías cerebrales anteriormente
estimuladas por una ex pareja” y calmar la angustia.
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