Una de las primeras referencias al inmortal
dilema del huevo y la gallina aparece en la obra del filósofo griego
Aristóteles, quien afirmaba que lo actual es siempre anterior a lo potencial, y
por lo tanto, el hombre precede siempre al esperma, o lo que es lo mismo, la
gallina precede al huevo. Plutarco también se preguntó lo mismo en sus ensayos,
un dilema que en su opinión nos hacía preguntarnos acerca del origen del mundo.
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No es para menos. Más allá de su uso más
popular, esta cuestión apunta también a cuestiones metafísicas, ya que se
pregunta acerca del origen de la vida. Tanto es así que, en el año 2006, The
Guardian reunió a un panel formado por un científico, un filósofo y ¡un
avicultor! para intentar resolver tan duradero enigma. Aunque quizá la
respuesta de los tres visionarios no diga tanto acerca del origen del mundo como
de nuestras creencias en los albores del siglo XXI, sobre todo teniendo en
cuenta que se encuentra en línea con el veredicto de otros intelectuales que
han marcado el pensamiento moderno, como Stephen Hawking.
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Al igual que el autor de Historia del tiempo:
del big bang a los agujeros negros (Alianza), y a diferencia de Aristóteles,
los tres pensadores llegaron a la conclusión de que el huevo tiene que haber
antecedido a la gallina. ¿Por qué? El filósofo David Papineau proporciona una
solución se podría decir que semiótica al problema: lo que define que un huevo
sea de gallina es que contenga dentro de sí un pollo o una gallina, pero su
origen puede ser cualquier otro.
“Diría que un huevo de gallina lo es si contiene
una gallina”, explica. “Si un canguro pusiese un huevo del que saliese un
avestruz, se trataría de un huevo de avestruz, no un huevo de canguro.
Siguiendo este razonamiento, la primera gallina tuvo que salir de un huevo de
gallina, incluso aunque ese huevo no saliese de una gallina”, explica el autor
de Filosofía. Guía ilustrada para comprender y usar la filosofía hoy en día
(Blume).
Unanimidad
en el siglo XXI
Aunque su veredicto sea discutible, lo cierto es
que los tres hombres llegaron a una conclusión unánime, en la cual el huevo
siempre antecede a la gallina. En opinión de John Brookfield, genetista
evolucionario de la Universidad de Nottingham, hay que remontarse a millones de
años atrás, cuando nació el primer pollo. “Este debe haberse diferenciado de
sus padres por algún cambio genético, quizá alguno muy sutil, pero que provocó
que este pollo fuese el primero que encajase en nuestro criterio para ser
realmente un pollo”.
El organismo dentro de la cáscara debe haber
tenido el mismo ADN que la gallina en la que terminaría convirtiéndose, así que
sería una gallina
O, en otras palabras, y tal como ya señalaba el
filósofo, el primer pollo probablemente no nació de otro pollo, sino que
evolucionó de otras razas con características levemente distintas. “Por lo
tanto, el organismo vivo dentro de la cáscara del huevo debe haber tenido el
mismo ADN que la gallina en la que terminaría convirtiéndose, y por lo tanto,
sería en sí misma un miembro de la especie de la gallina”.
Curiosamente, ambas explicaciones –The Guardian
no reproduce la del avicultor, aunque se mostró de acuerdo con sus doctos
colegas– provienen de campos muy distintos como son la biología y la
lingüística para llegar a una conclusión que, en realidad, no profundiza sobre
las verdaderas cuestiones metafísicas que la pregunta plantea (¿puede el efecto
anteceder la causa? ¿existe un primer motor inmóvil, como aseguraba
Aristóteles?), sino que más bien, intenta resolverlas a través de las
disciplinas que se han desarrollado los últimos siglos. Una buena muestra de la
forma en que la confianza en la ciencia empírica ha sustituido la especulación
metafísica como explicación del mundo
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